martes, 18 de septiembre de 2012

DIOS DAME MODESTIA.

La modestia es la actitud tendente a moderar y templar las acciones externas. Es la  cualidad de humilde, de falta de vanidad o de engreimiento. La persona modesta tiene la facilidad de encajar bien con las demás personas. A la gente le molesta la vanidad y la pedantería. Actuar con modestia no significa dejarse humillar, maltratar o dejar de luchar por sus derechos. Ser modesto es ser humilde y las personas más grandes del mundo son aquellas que actúan con mayor humildad. El mejor ejemplo de humildad lo encontramos en la vida de Jesús.
La modestia es una gran virtud, pues hace que la persona reste a sus propias virtudes y logros y reconozca sus defectos y errores. La modestia es una gran virtud, pues este solo valor refuerza tus principios, tu confianza en ti mismo, evitando tener que estar pagando payola para sentirte grande. La persona modesta sabe lo que es y como está tan seguro de si, permite que otros se destaquen en vez de monopolizar los espacios en su favor.
Los principios generales de la modestia promueven evitar la excesiva atención hacia uno mismo, evitando actuar con mayor egoísmo. Pero también la persona modesta sabe que cuando actúa con mayor modestia, tiene mayores oportunidades de ser admitido por el grupo social. Cuando la gente percibe tu humildad, tu poco interés en tomar partida, te abre las puertas, te sugiere y te apoya. El arma más efectiva para caerle bien a los demás es practicando el valor de la modestia. 
Actuar con modestia en la mejor forma de ser atractivos a los demás. El prógimo se siente apoyado, te brinda confianza, comparte en camaradería con una persona modesta, mas se siente presionado y molesto con las personas egoístas, prepotentes y pedantes. Los modestos no hacen bultos. No le gusta cogerse el escenario para ellos. Le dan paso a los demás. Favorecen que otros se destaquen. No buscan triunfos pomposos. Prefieren el anonimato, el segundo plano para que otros sobresalgan y triunfen, se sientan bien, pues ellos tienen todo lo que desean, no necesitan nada de otros

jueves, 6 de septiembre de 2012

DIOS DAME PERSEVERANCIA


Virtud difícilLo difícil no es comenzar algo en la vida, sino continuar con constancia hasta el final. «El que persevera hasta el fin será salvo» (Mt. 10, 22). ¿De qué sirve empezar y no terminar, como el que empezó a construir la torre y la dejó a medias?¿Qué vale una vida de fervor y santidad si no se persevera en ella?

No debe tener en cuenta el cristiano, decía San Jerónimo, sus comienzos, sino su término. Lo importante no es empezar sino acabar bien. «Nadie, después de haber puesto la mano en el arado y que ponga la vista, es apto para el reino de Dios» (Lc 9, 62). San Bernardo escribe: «a los que empiezan se les promete el premio, pero no se da sino a los que terminan».

La perseverancia aquilata las virtudes

La perseverancia es la que da valor definitivo a las demás virtudes, pues la virtud más grande pierde todo su mérito si no va unida a la perseverancia. Por muy pequeña que sea una virtud, sólo por ir acompañada de la perseverancia ya vale mucho.

San Pablo dice: «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos corren, pero uno solo alcanza el premio? Corred, pues, de modo que lo alcancéis» (1 Col. 9, 24). En Getsemaní ruega Jesús: «Padre mío, si es posible, posible pase de Mí este cáliz; pero, no se haga como yo quiero, sino como quieres Tú» (Mt. 26, 39). La gracia de la perseverancia es la gracia de las gracias que debemos pedir sin cesar para no desmayar.