|
Nimatullah Al- Hardini,
Santo |
Sacerdote religioso de la Orden Libanesa Maronita Diciembre 14
Nació en Hardin, en el norte del Líbano, el año 1808. En el
bautismo recibió el nombre de Youssef. Pertenecía a una familia maronita, con
seis hijos, que fueron educados en un profundo amor a Dios y a su Iglesia. Tres
de sus hermanos siguieron, como él, la vida monástica o sacerdotal. Tanios fue
párroco; Eliseo entró en la Orden Libanesa Maronita, en la que vivió como
ermitaño durante cuarenta y cuatro años; Msihieh abrazó la vida claustral en el
monasterio de San Juan Bautista, en Hrasch.
Pasó los primeros años de su
infancia frecuentando los monasterios y eremitorios de su pueblo. Terminados los
estudios, fue a vivir con su abuelo materno, Youssef Raad, párroco de Tannourin,
cuyo ejemplo suscitó en él el amor al sacerdocio, vivido para el servicio de la
Iglesia. En Tannourin, rezaba el oficio divino en el monasterio con los monjes o
en la parroquia con su abuelo y los fieles. Ingresó en la Orden Libanesa
Maronita a los veinte años. Fue enviado al monasterio de San Antonio de Qozhaya,
cerca de la Qadischa ("Valle santo"), para hacer sus dos años de noviciado,
durante los cuales se entregó con fervor a la oración comunitaria y al trabajo
manual. Dedicaba todo su tiempo libre, e incluso parte del destinado al
descanso, a visitar al santísimo Sacramento. Lo solían encontrar en la capilla,
arrodillado, inmóvil, con las manos alzadas en forma de cruz y los ojos fijos en
el sagrario.
Después de la profesión monástica, que emitió el 14 de
noviembre de 1830, fue enviado al monasterio de San Cipriano y Santa Justina, en
Kfifan, para estudiar la filosofía y la teología, a la vez que trabajaba en el
campo; además, destacaba por su habilidad para encuadernar manuscritos y libros,
oficio que había aprendido durante el noviciado. Durante ese período, a causa de
su ascetismo y su intensa aplicación a los estudios, se enfermó. Para evitarle
la gran fatiga del trabajo en el campo, su superior lo destinó a la sastrería.
Al ser ordenado sacerdote, fue nombrado director del estudiantado y
profesor, labor que desempeñó hasta sus últimos años. Dividía su jornada
habitualmente en dos partes: la primera mitad para prepararse a la celebración
de la misa y la otra mitad para la acción de gracias después de la eucaristía.
Vivía esta dimensión contemplativa juntamente con su amor a los hermanos y a la
cultura. Fundó una escuela para instruir gratuitamente a la juventud.
Le
tocó vivir dos guerras civiles (en los años 1840 y 1845), que fueron preludio de
sangrientos acontecimientos de 1860, durante los cuales muchos monasterios
fueron quemados, muchas iglesias devastadas y muchos cristianos maronitas
asesinados. En ese marco civil y religioso tan difícil y doloroso, su hermano el
padre Eliseo, ermitaño, lo invitó a abandonar la vida comunitaria para retirarse
a un eremitorio, pero él respondió: "Los que luchan por la virtud en la vida
comunitaria tendrán más mérito".
Era severo y duro consigo mismo, pero
misericordioso e indulgente con sus hermanos. Radical en su opción, concebía la
santidad en términos de comunión. Afirmaba: "La primera preocupación de un monje
debe ser, día y noche, no herir o afligir a sus hermanos".
Fue grande su
devoción a la Virgen María. En sus aflicciones invocaba la intercesión de María,
su principal auxilio, por el Líbano y por su Orden. Rezaba el rosario todos los
días con los demás monjes. Nunca se cansaba de repetir el nombre bendito de
María. Practicaba el ayuno en su honor todos los sábados y las vísperas de sus
fiestas; tenía devoción particular por el misterio de la Inmaculada Concepción.
Después de rezar el Ángelus, repetía estas palabras: "Bendita sea la Inmaculada
Concepción de la santísima Virgen".
Se esforzó por inculcar a los fieles
su devoción a María, formando cofradías. Fundó también dieciséis altares
consagrados a la Madre de Dios; uno de estos, en el monasterio de Kfifan, fue
llamado, después de su muerte, "Nuestra Señora de Hardini".
En 1845, a
los 33 años, la Santa Sede lo nombró asistente general de su Orden con un
mandato de tres años, por su celo en la observancia de las reglas monásticas.
Para ese cargo fue reelegido otras dos veces, pero se negó siempre a aceptar el
nombramiento de abad general de la Orden. Residía, con los demás asistentes, en
el monasterio de Nuestra Señora de Tamich, casa general de la Orden, pero solía
acudir al monasterio de Kfifan, tanto para continuar dando clases como para
ejercer su trabajo de encuadernador, labor que realizaba con espíritu de
pobreza, poniendo especial esmero en los manuscritos litúrgicos. De 1853 a 1859
tuvo entre sus alumnos a san Charbel, que asistió a la muerte de su maestro y a
la conmovedora ceremonia de su funeral. En lo más duro del invierno,
mientras se encontraba en el monasterio de Kfifan para dar clases, debido al
intenso frío, se vio afectado por una pulmonía; al agravarse, solicitó ser
trasladado a una celda cercana a la iglesia para escuchar el canto del oficio y,
tras una agonía de diez días, recibió la unción de los enfermos con un icono de
la Virgen en las manos, e invocándola: "Oh María, te encomiendo mi alma".
Falleció el 14 de diciembre de 1858, a los 50 años de edad.
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario